Introducción
La fermentación alcohólica del vino constituye un proceso biológico intencionado, en el cual las levaduras metabolizan azúcares como la glucosa y la fructosa, presentes en el mosto de uva, transformándolos en etanol, dióxido de carbono y otros productos secundarios (Pretorius, 2000). Este fenómeno, en su forma tradicional, solía producirse de manera espontánea gracias a las levaduras naturalmente presentes en la superficie de las uvas (pruina) y en el entorno de las bodegas (Bozoudi & Tsaltas, 2016).
La comunidad microbiana del mosto es muy diversa y depende de numerosos factores como el tipo de uva, las condiciones climáticas, las características del suelo y las prácticas agrícolas empleadas en el viñedo (Jolly et al., 2006; Petruzzi et al., 2017). Esta diversidad da lugar a una sucesión dinámica de especies de levaduras, impulsada principalmente por la disminución de nutrientes y el incremento del contenido alcohólico.
Durante las etapas iniciales de la fermentación, predominan levaduras no pertenecientes al género Saccharomyces, que se pueden clasificar en tres grupos principales (Mateo et al., 2020): aquellas estrictamente aerobias (como Pichia, Rhodotorula o Cryptococcus), las que muestran una capacidad fermentativa limitada, conocidas como levaduras apiculadas (por ejemplo, Kloeckera), y otras con metabolismo fermentativo típico pero con baja tolerancia al etanol (como Metschnikowia, Kluyveromyces, Zygosaccharomyces o Torulaspora). Conforme aumenta la concentración de etanol, (alrededor del 3-4 % v/v), estas especies son gradualmente sustituidas por levaduras del género Saccharomyces, siendo S. cerevisiae la especie dominante, reconocida por su mayor resistencia al etanol y eficiencia fermentativa (Wang et al., 2016).
Es importante destacar que esta descripción es una simplificación del proceso real, ya que la ecología microbiana en la fermentación alcohólica es extremadamente compleja. Se han llegado a identificar hasta 40 especies diferentes de S. cerevisiae en el mosto de uva (Ciani & Comitini, 2011; Jolly et al., 2006). A pesar de los avances en la caracterización de levaduras no-Saccharomyces, muchas de sus especies y cepas siguen sin estar completamente exploradas, lo que sugiere un gran potencial aún por descubrir en este ámbito.
La elección adecuada de cepas de levaduras resulta clave para optimizar tanto la seguridad como la calidad en la elaboración de vinos (Berbegal et al., 2019). Esta selección suele basarse en fermentaciones espontáneas, lo que permite aislar cepas autóctonas que, en muchos casos, presentan una elevada capacidad fermentativa, así como una notable resistencia al etanol y a diversos factores de estrés. Además, estas levaduras suelen estar bien adaptadas a las condiciones enológicas propias de una determinada región vitivinícola, zona de producción o incluso a una bodega específica (Pulvirenti et al., 2009).
La identificación precisa de las especies presentes en el mosto y durante la fermentación permite mejorar el control microbiológico, seleccionar cepas starter y evitar contaminaciones. Tradicionalmente, la identificación de especies de levaduras, así como la diferenciación entre cepas dentro de una misma especie, se realizaba mediante criterios morfológicos y fisiológicos (Kurtzman & Fell, 2011). No obstante, las técnicas utilizadas en estos enfoques, como el uso de campanas de Durham, presentaban limitaciones, ya que sus resultados podían ser poco consistentes y difíciles de reproducir, además de depender en gran medida del estado fisiológico de las células analizadas.
Con el objetivo de superar estas limitaciones, nuestro equipo diseñó una metodología más rápida y sensible para evaluar características fisiológicas, empleando microplacas de 96 pocillos junto con un espectrofotómetro automático capaz de realizar lecturas horarias (Cordero-Bueso et al., 2018).
Fundamentos del tipado molecular en levaduras vínicas
El material genético de las levaduras se distribuye en tres componentes principales: el genoma nuclear, el mitocondrial y los plásmidos presentes en el citoplasma. Además, el citoplasma puede albergar moléculas de RNA de doble cadena, responsables del denominado “factor killer”, que otorga a la levadura la capacidad de producir toxinas contra otras cepas sensibles.
En el caso de Saccharomyces cerevisiae, el DNA nuclear representa aproximadamente el 80 % del contenido genético total en su estado diploide. Este genoma nuclear está compuesto por unos 20 000 kilobases (kb), organizados en 32 cromosomas lineales, es decir, 16 pares homólogos. El tamaño de estos cromosomas varía considerablemente, desde unos 200 kb hasta más de 2200 kb.
El cromosoma XII es el más extenso y también el más variable entre cepas, ya que alberga las secuencias del DNA ribosómico (rDNA). En esta región se encuentran los genes responsables de la síntesis de las subunidades del RNA ribosómico (25S, 18S, 5.8S y 5S), fundamentales para la formación de los ribosomas. Estos genes están organizados en repeticiones en tándem, con una frecuencia de alrededor de 100 copias dentro del cromosoma XII.
El tipado molecular permite discriminar especies y cepas de levaduras a partir de secuencias de DNA, patrones de restricción, perfiles proteicos o huellas genéticas. Estas herramientas son esenciales para estudios de biodiversidad, ecología microbiana, trazabilidad y selección industrial. Las técnicas moleculares ofrecen la ventaja de analizar directamente el genoma, sin verse afectadas por el estado fisiológico de las células, lo que proporciona resultados más fiables y aplicables (Fernández-Espinar, 2001). En el caso de las levaduras vínicas y las formadoras del velo de flor, se han utilizado durante años diversos métodos moleculares para su identificación y diferenciación, basados en técnicas como la amplificación, digestión enzimática y secuenciación del DNA. Entre las más empleadas destacan la electroforesis en campo pulsado (PFGE) y el análisis del DNA mitocondrial mediante RFLP (Mesa et al., 1999; Rodríguez et al., 2013).
No obstante, en el caso de las levaduras del velo de flor, debido a la fuerte presión selectiva ejercida por el medio vinícola durante la crianza biológica, estas levaduras tienden a presentar una notable estabilidad en su cariotipo, lo que limita la capacidad discriminatoria del PFGE entre cepas distintas. Por otro lado, el elevado grado de variabilidad del DNA mitocondrial, influenciado por el metabolismo oxidativo controlado por las mitocondrias (Ibeas & Jimenez, 1997), tampoco permite distinguir adecuadamente entre biotipos o cepas.
En sus inicios, las levaduras responsables de la formación del velo de flor fueron clasificadas como especies distintas dentro del género Saccharomyces («Iñigo Leal, B., & Arroyo Varela, V.», s. f.). Con el tiempo, se propuso una nueva clasificación que agrupaba estas levaduras en cuatro razas o variedades de S. cerevisiae, basándose principalmente en su capacidad para fermentar ciertos azúcares como sacarosa, maltosa y rafinosa. Estas variedades recibieron los nombres de beticus, cheresiensis, montuliensis y rouxii (Martínez et al., 1995). No obstante, estudios taxonómicos posteriores redefinieron esta clasificación: tres de estas variedades fueron reconocidas como sinónimos de S. cerevisiae, mientras que montuliensis se identificó como Torulaspora delbrueckii y rouxii como Zygosaccharomyces rouxii (Kurtzman et al., 2011).
A pesar de que actualmente se consideran pertenecientes a la especie S. cerevisiae, diversos estudios, facilitados por las tecnologías de secuenciación masiva (NGS), han demostrado que estas levaduras poseen características genéticas y metabólicas diferenciadoras con respecto a otras cepas vínicas de la misma especie.
Las condiciones bajo las cuales se lleva a cabo la crianza biológica de los vinos de Jerez son especialmente exigentes, debido a la exposición prolongada a concentraciones elevadas de etanol y acetaldehído, compuestos conocidos por su carácter mutagénico y su efecto inhibidor sobre múltiples funciones metabólicas. Esta presión ambiental ha dado lugar a adaptaciones notables en las levaduras del velo de flor, como un alto grado de polimorfismo en el DNA mitocondrial (Castrejón et al., 2002).
Un rasgo genético compartido por levaduras del velo de flor europeas es una deleción específica de 111 pares de bases en la región promotora del gen FLO11, así como una mutación en su secuencia codificante. Este gen codifica una adhesina clave en la agregación celular (Fidalgo et al., 2006; Voordeckers et al., 2012). Estudios de genómica comparativa han respaldado estos hallazgos, revelando que las levaduras del velo de flor aisladas en distintos países europeos comparten un ancestro filogenético común, distinto al de otras cepas vínicas de S. cerevisiae (Brückner et al., 2011; Coi et al., 2017; Legras et al., 2016). Esta diferenciación parece haber sido impulsada por la adaptación a las condiciones extremas que se dan durante la crianza biológica, constituyendo un claro ejemplo de domesticación microbiana en un entorno antropogénico (Coi et al., 2017).
Además, se han identificado otras particularidades genéticas que distinguen a las levaduras del velo de flor por región. Por ejemplo, las cepas españolas e italianas comparten una deleción de 24 pb en la región 5.8S-ITS (Esteve-Zarzoso et al., 2004), mientras que las cepas francesas presentan una inserción de citosina en la región ITS1 (Charpentier et al., 2009).
A nivel funcional, estas levaduras expresan adhesinas fuertemente glicosiladas, como Flo11p, que facilitan la interacción célula-célula, así como genes asociados con flotación y metabolismo oxidativo, como HSP12 (Zara et al., 2002) y BTN2 (Espinazo-Romeu et al., 2008).
Se han propuesto, además, otras estrategias como el análisis de regiones interdelta (Charpentier et al., 2009; Legras et al., 2005) o la amplificación múltiple de loci con alta concentración de microsatélites (Marin-Menguiano et al., 2017; Vaudano et al., 2019; Vaudano & Garcia-Moruno, 2008), las cuales han demostrado mayor eficacia para discriminar entre cepas de levaduras del velo de flor.
A pesar de los avances genéticos, es fundamental complementar estos estudios con evaluaciones fisiológicas y metabólicas, ya que solo así es posible entender en profundidad la ecología, biología y potencial aplicación industrial de estas levaduras (Kurtzman & Robnett, 1998). Cabe señalar, además, que hasta la fecha no se ha logrado establecer una relación clara entre los perfiles genéticos y las cuatro variedades o razas que han sido propuestas.

Tesis de Marina Ruiz-Muñoz (2024)
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Principales métodos de tipado molecular PCR-RFLP (Polimorfismo de longitud de fragmentos de restricción) En el análisis molecular de levaduras, dos regiones ribosomales se emplean comúnmente para su identificación: el dominio D1/D2 de la subunidad grande del ribosoma (LSU, por sus siglas en inglés), especialmente útil para especies ascomicetas (Kurtzman & Robnett, 2014), y la región que abarca los espaciadores transcritos internos junto con el gen ribosomal 5.8S (ITS1-5.8S-ITS2), que permite identificar tanto ascomicetas como basidiomicetas. De hecho, la región ITS ha sido propuesta como un “código de barras molecular” para hongos y es ampliamente aceptada para la identificación taxonómica de levaduras (Schoch et al., 2012). Los genes ribosómicos 18S, 5.8S y 26S se disponen en tándem formando unidades de transcripción, dentro de las cuales se encuentran dos regiones conocidas como ITS1 e ITS2, que flanquean el gen 5.8S. Estas regiones, denominadas “espaciadores internos transcritos” (ITS, por sus siglas en inglés internal transcribed spacers), aunque se transcriben, no forman parte del RNA funcional. Su alta variabilidad genética ha hecho que sean ampliamente utilizadas como marcadores moleculares para diferenciar géneros y especies de levaduras (White et al. 1990). La técnica comúnmente utilizada para analizar estas regiones es la PCR de los ITS y su posterior RFLP (polimorfismo de longitud de fragmentos de restricción tras amplificación por PCR). El procedimiento comienza con la amplificación de la región ITS mediante los cebadores ITS1 (5’-TCC GTA GGT GAA CCT GCG G-3’) e ITS4 (5’-TCC TCC GCT TAT TGA TAT GC-3’). Posteriormente, el producto amplificado se digiere con enzimas de restricción, como CfoI, HaeIII, HinfI, DdeI o MboI. La digestión genera fragmentos de diferentes tamaños que se separan por electroforesis en gel, produciendo un patrón de bandas característico de cada especie (Esteve-Zarzoso et al., 1999; Guillamón et al., 1998). Estos patrones pueden compararse con bases de datos como GenBank para lograr la identificación precisa de las levaduras analizadas. Una de las principales ventajas de este método es que permite trabajar directamente con cultivos celulares, sin necesidad de purificar previamente el DNA. Debido a su eficacia y simplicidad, esta técnica está recomendada por la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV) para la identificación de levaduras a nivel específico. Entre las metodologías basadas en PCR disponibles, la secuenciación por tecnología Sanger de la región LSU ha demostrado ser la más confiable para la identificación a nivel de especie (Kurtzman CP, Fell JW, 2011). Si se alcanza una identidad del 99% o superior al comparar con secuencias depositadas en bases de datos como GenBank o MycoBank, se considera válida la asignación de una levadura a una especie concreta. Para amplificar el dominio D1/D2, se utilizan con frecuencia los cebadores NL-1 (5’–GCA TAT CAA TAA GCG GAG GAA AAG–3’) y NL-4 (5’–GGT CCG TGT TTC AAG ACG G–3’) (Kurtzman & Robnett, 1997; Kopsahelis et al., 2009; Clavijo & Calderón, 2011). La disponibilidad de secuencias de referencia en GenBank facilita la identificación de especies, utilizando el algoritmo MEGABLAST para comparar con secuencias tipo (Kurtzman et al., 2015). En ciertos clados, es posible relacionar agrupaciones evolutivas con aplicaciones biotecnológicas. Por ejemplo, (Kawahata et al., 2007) emplearon una combinación de cebadores (NL1, NL4, ITS5, ITS4, ITS3 e ITS2) para categorizar levaduras industriales. En un estudio de 30 cepas de Saccharomyces cerevisiae, se observaron polimorfismos en la región ITS2 (dos posiciones) y en ITS1 (cuatro posiciones), lo que permitió dividir las cepas en cuatro grupos: levaduras japonesas (sake y shochu), levaduras panaderas, cepas vínicas, y un cuarto grupo compuesto por cepas cerveceras, panaderas y del wiski, también originarias de Japón. En algunos grupos taxonómicos, la secuenciación de una única región no es suficiente para discriminar entre especies cercanas, lo que ha impulsado el uso de enfoques multigénicos que combinan regiones ribosomales con genes codificantes, tanto del núcleo como de la mitocondria. Esta estrategia ha sido aplicada con éxito en géneros como Candida, Kuraishia, Nakazawaea (Kaewwichian & Limtong, 2014), Cystobasidium y Kazachstania, entre otros. Polimorfismo de longitud de fragmentos de restricción (RFLP) del DNA mitocondrial (mtDNA) El DNA mitocondrial de las levaduras está compuesto por una única molécula circular de doble cadena con una longitud aproximada de entre 75 y 85 kilobases (kb). Al igual que ocurre en la mayoría de los organismos eucariotas, las mitocondrias de levadura codifican solo una pequeña fracción de las proteínas necesarias para su funcionamiento, ya que la mayoría son codificadas en el núcleo y posteriormente importadas al orgánulo. Existe una clase de mutantes mitocondriales denominada petite, caracterizada por la pérdida parcial o total del DNA mitocondrial. Estas deleciones provocan que las mitocondrias pierdan su funcionalidad, particularmente en lo que respecta a la síntesis proteica necesaria para la respiración celular. Como resultado, las cepas petite son incapaces de realizar respiración aerobia, aunque sí pueden sobrevivir mediante fermentación en condiciones anaerobias. En Saccharomyces cerevisiae se ha identificado también la presencia de un plásmido circular de DNA de doble cadena, conocido como plásmido de 2 μm. Este plásmido tiene una longitud cercana a los 6,3 kb y se encuentra en abundancia dentro del citoplasma, con un número de copias que varía entre 60 y 100 por célula. En 1992, Querol y colaboradores desarrollaron un método que permitió analizar el DNA mitocondrial (mtDNA) sin necesidad de utilizar gradientes de cesio ni realizar la purificación previa de las mitocondrias. Esta innovación supuso una mejora significativa en términos de rapidez y simplicidad del procedimiento. La base de esta técnica radica en la diferencia en la composición de bases nitrogenadas entre el DNA mitocondrial y el nuclear. El mtDNA presenta un alto contenido en adenina y timina (A+T), alcanzando aproximadamente un 75%, mientras que su proporción de guanina y citosina (G+C) es baja, cercana al 20%. Por el contrario, el DNA nuclear tiene un contenido más equilibrado y, por tanto, es más susceptible a ser fragmentado por enzimas de restricción con sitios ricos en G y C. Cuando se realiza una digestión enzimática sobre DNA total, las enzimas que reconocen secuencias como GANTC (donde N representa cualquier base) o GGCC producirán pocos cortes en el mtDNA, permitiendo que sus fragmentos se visualicen claramente como bandas definidas en geles de agarosa. En cambio, el DNA nuclear se fragmentará en segmentos pequeños que no resultan detectables en el gel. Es importante señalar que los patrones obtenidos en la electroforesis dependen tanto de la enzima utilizada como de la especie de levadura analizada. En el caso de Saccharomyces cerevisiae, las enzimas de restricción más recomendadas son Hinf I y Hae III. Para muestras procedentes de poblaciones desconocidas, se ha sugerido el uso de Hinf I o Rsa I, según lo indicado en la resolución OIV-OENO 408-2011. En este tipo de análisis, Hinf I se emplea con frecuencia debido a que existe una base de datos amplia sobre los patrones generados con esta enzima, lo que facilita la interpretación y comparación de resultados. La sencillez del protocolo ha hecho que esta técnica se utilice ampliamente en estudios de caracterización mitocondrial en levaduras. Cariotipo mediante electroforesis en gel de campo pulsado (PFGE) El DNA genómico de las levaduras puede ser analizado mediante una técnica que implica su digestión con enzimas de restricción de corte poco frecuente, seguida de su separación en un gel de agarosa usando electroforesis en campo pulsado (PFGE). Este método aplica pulsos eléctricos alternos desde distintos ángulos, lo que permite redirigir continuamente la migración de las moléculas de DNA, evitando que queden atrapadas en la matriz del gel. Gracias a esta técnica, es posible resolver fragmentos de DNA superiores a los 225 kilobases (kb). Para garantizar la precisión en la interpretación de los geles, se utilizan estándares cromosómicos comerciales de S. cerevisiae. La PFGE permite detectar reordenamientos cromosómicos, como translocaciones, deleciones o amplificaciones, característicos del elevado grado de polimorfismo observado en el genoma de las levaduras. Estas variaciones estructurales entre cepas se manifiestan como diferencias de tamaño en los cromosomas, facilitando su estudio a través de esta técnica. Se ha demostrado que la recombinación entre las secuencias repetidas del tipo Ty, ampliamente distribuidas en el genoma, es una de las principales causas de estos reordenamientos (König et al., 2009). La cariotipificación mediante PFGE también se ha empleado para estudiar cepas implicadas en fermentaciones vínicas (Infante et al., 2003; Mesa et al., 1999; Rodríguez et al., 2013), así como para la identificación de Dekkera bruxellensis en vinos, una levadura conocida por generar alteraciones organolépticas indeseadas y pérdidas económicas importantes (Mitrakul et al., 1999). En S. cerevisiae, los perfiles polimórficos generados por PFGE reflejan eventos evolutivos como inserciones o deleciones de fragmentos largos de DNA en cromosomas homólogos (Casaregola et al., 1998). Aunque esta técnica ofrece gran resolución en la caracterización de cepas individuales, su aplicabilidad es limitada frente a un amplio espectro de especies contaminantes, debido a los polimorfismos interespecíficos. Además, su ejecución requiere equipos especializados y tiempo considerable, lo que restringe su uso en análisis rutinarios (Hage & Houseley, 2013). RAPD (polimorfismo de DNA amplificado al azar) La técnica RAPD-PCR permite amplificar aleatoriamente fragmentos del DNA genómico utilizando cebadores de secuencia arbitraria, generando patrones únicos de bandas tras su visualización por electroforesis, conocidos como “huellas digitales” (Capece et al., 2010). Esta herramienta es útil para detectar diferencias genéticas entre especies o cepas de levaduras, especialmente en fermentaciones espontáneas donde no se emplean cepas comerciales. Mediante esta metodología, se pueden seleccionar levaduras autóctonas con características deseables para la vinificación. Además, los resultados pueden complementarse con análisis filogenéticos usando coeficientes como el de Dice y métodos de agrupamiento como UPGMA, lo cual permite evaluar relaciones genéticas entre cepas mediante software especializado como NTSYSpc y TFPGA (Gallego et al., 2005). La técnica RAPD-PCR también ha sido empleada para analizar la variabilidad genética dentro del grupo Saccharomyces sensu stricto, diferenciando entre especies muy relacionadas como S. cerevisiae, S. bayanus, S. paradoxus y S. pastorianus, así como entre grupos intraespecíficos (Nardi et al., 2006). Gracias a su carácter multilocus, RAPD permite detectar el origen híbrido de algunas especies, identificando fragmentos de DNA compartidos entre híbridos y sus cepas parentales. Aunque su principal ventaja es que no requiere información previa sobre la secuencia del DNA y puede revelar polimorfismos a lo largo de todo el genoma, la baja temperatura de hibridación hace que sus resultados sean poco reproducibles, por lo que se necesitan múltiples repeticiones y el uso de varios iniciadores para mejorar la resolución. A pesar de estas limitaciones, sigue siendo una herramienta molecular ampliamente utilizada en estudios de diversidad genética, aunque su reproducibilidad puede verse afectada por las condiciones experimentales. AFLP (Amplified Fragment Length Polymorphism) La técnica AFLP (Amplified Fragment Length Polymorphism) se presenta como una herramienta poderosa para el análisis genético y la caracterización de levaduras, especialmente útil para discriminar entre cepas a un nivel de resolución superior al de otras técnicas como los RAPD (Random Amplified Polymorphic DNA). Al igual que los RAPD, los AFLP no requieren información previa sobre la secuencia del genoma para el diseño de los cebadores, lo que representa una ventaja importante en el estudio de organismos con genomas poco caracterizados. No obstante, a diferencia de los RAPD, los AFLP ofrecen una mayor reproducibilidad, lo cual los convierte en una opción más robusta y fiable para estudios de diversidad genética. El procedimiento de AFLP implica varias etapas. Primero, el DNA genómico es digerido con enzimas de restricción, comúnmente una combinación de enzimas de corte frecuente y poco frecuente (por ejemplo, EcoRI y MseI). Posteriormente, se ligan adaptadores específicos a los extremos de los fragmentos generados. Estos adaptadores sirven como sitios de anclaje para los cebadores en la etapa de PCR. La primera ronda de amplificación es una PCR no selectiva, en la que se utilizan iniciadores complementarios a las secuencias de los adaptadores. Luego, se realiza una segunda PCR, más selectiva, que incorpora entre uno y tres nucleótidos adicionales en el extremo 3’ de los cebadores, lo que reduce el número de fragmentos amplificados y mejora la resolución del análisis. Finalmente, los productos de amplificación se separan por electroforesis en geles de poliacrilamida desnaturalizantes, permitiendo visualizar entre 50 y 100 fragmentos de restricción por genoma de levadura (Javier Gallego et al., 2005). Estudios comparativos han demostrado que los AFLP superan a los RAPD en su capacidad discriminatoria. Por ejemplo, (Javier Gallego et al., 2005) analizaron la eficacia de tres técnicas moleculares —RAPD, AFLP y SSR (Simple Sequence Repeats)— para caracterizar 27 cepas de Saccharomyces cerevisiae vinícolas procedentes de la denominación de origen “Vinos de Madrid”, en España. Los resultados indicaron que tanto AFLP como SSR ofrecieron un poder de discriminación similar y claramente superior al de los RAPD, logrando diferenciar 23 de las 27 cepas estudiadas, lo que evidencia el alto nivel de resolución genética alcanzado con estas metodologías. Debido a su sensibilidad, los AFLP se emplean también como técnica confirmatoria en la identificación de levaduras silvestres aisladas de ambientes fermentativos complejos, como los tanques de almacenamiento de melaza de caña. En un estudio realizado por (Castillo et al., 2016), se utilizó AFLP junto con marcadores interdelta 12-21 para caracterizar cepas tolerantes a vinazas. A partir de esta metodología, se identificaron cinco grupos genéticos distintos, con diferencias entre ellos que oscilaban del 15 al 30%. Además, análisis bioquímicos confirmaron que el 85% de los aislamientos correspondían al género S. cerevisiae, reforzando el valor del AFLP como una herramienta robusta para estudios intraespecíficos. Pese a su efectividad, la adopción de los AFLP en laboratorios microbiológicos de la industria aún es limitada. Esto se debe principalmente a la complejidad técnica del procedimiento, el elevado número de pasos, la necesidad de reactivos específicos y la utilización de geles de poliacrilamida de gran tamaño para la separación de fragmentos, lo cual requiere equipamiento especializado. No obstante, se han propuesto simplificaciones que permiten reducir los costos y mejorar la accesibilidad, como la visualización de los productos en geles de agarosa al 2% en tampón TBE 1%. Este enfoque fue aplicado por (Wang et al., 2016) durante la caracterización de la biota de levaduras presentes en una fermentación espontánea de mosto de uva en Tarragona, España, demostrando que es posible adaptar la técnica a contextos menos equipados sin perder fiabilidad. En conclusión, los AFLP constituyen una técnica molecular altamente eficaz para el análisis genético de levaduras, con una capacidad de resolución superior a la de métodos como RAPD. A pesar de las barreras logísticas que aún limitan su uso rutinario en entornos industriales, las recientes adaptaciones metodológicas abren nuevas posibilidades para su implementación en estudios de biodiversidad microbiana y control de calidad en procesos fermentativos. Su aplicación permite no solo discriminar cepas autóctonas valiosas, sino también trazar relaciones filogenéticas y monitorear poblaciones de levaduras a lo largo del tiempo. Elementos delta del transposón Ty1 y 2 de levaduras Las secuencias delta constituyen elementos genéticos repetitivos de aproximadamente 330 pares de bases, que se localizan flanqueando los retrotransposones Ty1 y Ty2 en el genoma de Saccharomyces cerevisiae (Cameron et al., 1979). Además de estar asociadas a dichos transposones, estas secuencias también pueden encontrarse de forma dispersa e independiente a lo largo del genoma, en cuyo caso se les denomina simplemente elementos delta. La distribución y el número de estas secuencias son características específicas de cada cepa y se han reportado como genéticamente estables a lo largo de al menos 50 generaciones (Eigel & Feldmann, 1982). En total, se han identificado aproximadamente cinco familias de retrotransposones Ty, las cuales contienen en conjunto unos 50 sitios potenciales para la transposición activa, además de cerca de 300 copias dispersas de elementos delta, considerados como reliquias de eventos pasados de inserción. Un aspecto de gran interés en estos elementos es su tendencia a acumularse en regiones próximas a genes tRNA, lo cual sugiere una cierta preferencia estructural en su inserción genómica. Esta variabilidad natural en la ubicación y el número de elementos delta ha sido aprovechada como una herramienta molecular para estudios de tipificación genética. En este contexto, (Ness et al., 1993) fueron pioneros en el desarrollo de un método de identificación de cepas basado en PCR, utilizando cebadores específicos para las regiones delta (denominados δ1 y δ2). La técnica permitió amplificar regiones interdelta y generar perfiles moleculares específicos para distintas cepas de S. cerevisiae, lo que demostró su utilidad como marcador genético para estudios de diversidad intraespecífica, incluso en ambientes industriales. Estudios posteriores reforzaron estas conclusiones, demostrando que la técnica basada en interdelta-PCR ofrece una capacidad de discriminación comparable, o incluso superior, a otras metodologías como el análisis de restricción de DNA mitocondrial (mtDNA-RFLP) o la electroforesis en gel de campo pulsado (PFGE) (Fernández-Espinar, 2001; Pramateftaki et al., 2000). No obstante, como en toda técnica molecular, surgieron desafíos técnicos iniciales. La reproducibilidad del método se vio afectada por variables como la concentración de DNA y la baja temperatura de hibridación de los cebadores (alrededor de 42 °C), lo cual podía generar inconsistencias entre réplicas. Para mejorar la resolución del análisis y optimizar el protocolo, (Legras & Karst, 2003) diseñaron dos nuevos iniciadores, denominados δ12 y δ21, localizados en regiones cercanas a δ1 y δ2. Su combinación permitió aumentar el polimorfismo detectable, generando perfiles con un mayor número de bandas amplificadas. Posteriormente, (Schuller et al., 2005) confirmaron que el par δ2/δ12 tenía una capacidad de discriminación casi el doble que la obtenida con el par de cebadores original. A su vez, otros autores propusieron mejorar la reproducibilidad del análisis mediante el uso de concentraciones de DNA estandarizadas y un aumento en la temperatura de hibridación hasta 55 °C, lo que resultó en perfiles más estables, aunque con un leve descenso en el número de fragmentos amplificados (Ciani & Comitini, 2011). Dado su bajo coste, relativa facilidad de ejecución y alta resolución en estudios intraespecíficos, la técnica de huella genética interdelta continúa siendo una herramienta valiosa en la identificación y monitoreo de cepas de S. cerevisiae, especialmente en entornos fermentativos tradicionales y espontáneos. Secuencias de mini/microsatélites como cebadores (SSR-MSP-PCR Fingerprinting) La técnica conocida como PCR basada en secuencias repetitivas, también llamada microsatellite-primed MSP-PCR o simple sequences repeats SSR-PCR (si se utilizan varios cebadores PCR multiplexada) con cebadores de secuencias repetitivas, es una herramienta molecular útil para el estudio de la variabilidad genética entre cepas de levaduras y otros microorganismos. Esta técnica utiliza la reacción en cadena de la polimerasa (PCR) para amplificar regiones del DNA genómico que contienen secuencias repetitivas simples, conocidas como minisatélites, cuya longitud oscila entre 10 y 100 pares de bases. En contraste, los microsatélites se caracterizan por tener repeticiones más cortas, usualmente menores a 10 pb. Los cebadores empleados en esta técnica están diseñados para unirse específicamente a estas regiones repetitivas. Entre los más utilizados en estudios de levaduras se encuentran secuencias como (GTG)₅, (GACA)₄, el DNA del fago M13 y la secuencia derivada del mismo M13: GAGGGTGGCGGTTCT. La selección de estos cebadores permite generar un patrón de bandas característico para cada cepa, útil para su diferenciación y clasificación. Una de las principales ventajas de esta técnica frente a otras como el RAPD (polimorfismo de DNA amplificado al azar) radica en su mayor reproducibilidad. Esto se debe principalmente a la temperatura de hibridación más alta utilizada durante la PCR entre 50 y 55 °C, que favorece una unión más específica entre el cebador y el DNA molde. En cambio, el RAPD se realiza a temperaturas más bajas (alrededor de 37 °C), lo que incrementa la probabilidad de hibridaciones inespecíficas y, por tanto, reduce la consistencia de los perfiles obtenidos. El uso de cebadores específicos para regiones repetitivas ha demostrado ser particularmente útil para la tipificación de cepas de Saccharomyces cerevisiae y otras levaduras de género Saccharomyces de interés en fermentaciones industriales, como las involucradas en la elaboración de vino, cerveza y pan. Este enfoque ha sido ampliamente validado en la literatura científica, ya que permite generar perfiles moleculares comparables entre laboratorios y estudios, algo fundamental en investigaciones de biodiversidad microbiana y programas de mejoramiento de cepas. La técnica SSR-PCR multiplex, basada en la amplificación de microsatélites o Short Sequence Repeats (SSR), es una herramienta molecular ampliamente utilizada en la caracterización genética de levaduras con varias parejas de “primers”. El elevado nivel de variabilidad genética de Saccharomyces cerevisiae los convierte en marcadores ideales para estudios de diversidad genética, identificación de cepas y análisis de trazabilidad en procesos fermentativos (Legras et al., 2005). En el método SSR-PCR multiplex, se diseñan cebadores específicos para varias regiones microsatélites que pueden amplificarse simultáneamente en una sola reacción de PCR. A diferencia de técnicas como RAPD, que utilizan cebadores de secuencia arbitraria, en el análisis de SSR es necesario conocer las secuencias flanqueantes de los microsatélites para diseñar los oligonucleótidos. Esta característica aporta una mayor especificidad, reproducibilidad y capacidad de discriminación (Schuller et al., 2004). Uno de los principales beneficios del formato multiplex es la posibilidad de amplificar múltiples loci microsatélites en una sola reacción, lo que reduce significativamente el tiempo de procesamiento, el consumo de reactivos y el coste por muestra. Para lograr esto, los cebadores deben estar cuidadosamente optimizados para evitar interferencias cruzadas, y los productos de PCR deben diferenciarse fácilmente, por ejemplo, mediante el uso de fluoróforos distintos o diferencias de tamaño detectables por electroforesis capilar (Vaudano & Garcia-Moruno, 2008). La técnica se ha aplicado extensamente en el análisis de Saccharomyces cerevisiae, especialmente en el ámbito enológico, donde permite distinguir cepas autóctonas de interés tecnológico de aquellas contaminantes o comerciales. Legras et al. (2005) desarrollaron un conjunto de 12 loci microsatélites que permitió discriminar eficazmente más de 300 cepas de S. cerevisiae aisladas de diferentes regiones vitivinícolas del mundo, demostrando su gran poder de resolución y utilidad para estudios poblacionales. Además, los SSR multiplex también han sido utilizados para estudiar dinámicas microbianas durante procesos fermentativos. En un estudio realizado por Schuller et al. (2005), se monitorizó la población de levaduras en fermentaciones espontáneas e inoculadas, demostrando que los SSR permitieron detectar con precisión la sustitución de cepas dominantes a lo largo del tiempo, lo que no se podía observar con métodos menos resolutivos reduciendo la amplificación a 6 loci. Posteriormente, Vaudano y García-Moruno (2008) emplearon este método para tipificar 30 cepas comerciales de levaduras vínicas. Utilizaron una PCR multiplex basada en tres loci altamente polimórficos: SC8132X, YOR267C y SCPTSY7, seguida de electroforesis en gel y análisis comparativo de los patrones de bandas generados. Esta aproximación permitió una diferenciación clara y eficiente entre las cepas estudiadas. En 2016, (Börlin et al., 2016) caracterizaron la estructura poblacional de más de 653 aislamientos de Saccharomyces cerevisiae procedentes de tres bodegas francesas ubicadas a menos de 10 km entre sí. Utilizando 15 loci de microsatélites como marcadores moleculares, identificaron 503 genotipos distintos. A partir del análisis de SSR y mediante índices específicos relacionados con el origen de las poblaciones, lograron evidenciar cierto solapamiento genético entre dos de las tres bodegas, así como la presencia de un clúster local y estable de cepas con un ancestro común que persistió durante más de dos décadas. Los autores destacaron que el análisis basado en microsatélites (SSR) ofrece mayor robustez y sensibilidad en comparación con otras técnicas como el análisis interdelta, la electroforesis en gel de campo pulsado (PFGE) y los perfiles de DNA mitocondrial mediante RFLP. En el año 2020, (Rex et al., 2020) validaron un método basado en marcadores moleculares tipo microsatélites (SSR) para la diferenciación de cepas de Saccharomyces cerevisiae, utilizando la técnica de PCR en formato multiplex. Este enfoque se fundamenta en el empleo de dos juegos de iniciadores (“primers”) diseñados para amplificar loci polimórficos de diferentes tamaños. La validación se llevó a cabo inicialmente en nueve cepas comerciales ampliamente caracterizadas. El primer conjunto de multiplex incluye seis iniciadores: ScAAT2, ScAAT3, C5, SCYOR267c, C8 y C11, los cuales permiten generar seis patrones de bandas distintos tras la amplificación por PCR y posterior electroforesis en gel. El segundo conjunto emplea los iniciadores YKL172w, C4, C9, ScAAT5, C6 y YPL009c, obteniéndose cinco perfiles diferenciables. Para confirmar la robustez del método, se compararon las longitudes de los fragmentos amplificados obtenidas mediante secuenciación capilar con las imágenes generadas por electroforesis en gel de agarosa. Posteriormente, este protocolo fue aplicado para caracterizar 50 cepas de S. cerevisiae aisladas de cinco fermentaciones espontáneas distintas. Gracias al uso de estos marcadores SSR, se logró identificar 21 cepas únicas con perfiles aromáticos diversos, demostrando la eficacia del método para estudios de biodiversidad y diferenciación intraespecífica (Rex et al., 2020). Otra ventaja de esta técnica es su utilidad en estudios de clonación industrial, permitiendo rastrear la dispersión de cepas específicas en distintas bodegas o instalaciones productivas. Por ejemplo, en una investigación sobre levaduras contaminantes en cervecerías, los SSR multiplex fueron clave para vincular aislamientos ambientales con lotes defectuosos de producción, confirmando la reintroducción de cepas previamente detectadas en instalaciones cercanas (Richter et al., 2020). No obstante, la técnica no está exenta de desafíos. Su implementación requiere equipamiento especializado y software específico para el análisis de datos genotípicos y hasta el momento solo está disponible para especies de levaduras del género Saccharomyces. El análisis por SSR-PCR multiplex representa una técnica altamente discriminatoria, reproducible y eficiente para el estudio genético de levaduras, especialmente en especies del género Saccharomyces. Su aplicación permite caracterizar cepas a nivel intraespecífico, estudiar relaciones filogenéticas, evaluar dinámicas poblacionales durante la fermentación y reforzar sistemas de trazabilidad en la industria alimentaria y biotecnológica. Análisis por MALDI-TOF La espectrometría de masas acoplada a desorción/ionización por láser asistida por matriz con análisis por tiempo de vuelo (MALDI-TOF MS, por sus siglas en inglés: Matrix-Assisted Laser Desorption/Ionization Time-Of-Flight Mass Spectrometry) se ha consolidado como una técnica de referencia para la identificación rápida y precisa de microorganismos, incluidas diversas especies de levaduras. Este método ha revolucionado el diagnóstico microbiológico por su alta capacidad de discriminación, velocidad de análisis y bajo coste por muestra una vez que el sistema está implementado. El principio de MALDI-TOF MS consiste en ionizar las proteínas celulares (principalmente ribosomales) mediante un láser, tras mezclarlas con una matriz química específica, usualmente el ácido α-ciano-4-hidroxicinámico. Una vez ionizadas, estas proteínas viajan a través de un tubo de vuelo en función de su masa/carga (m/z), generando un espectro característico de picos que actúa como una “huella digital proteica” específica para cada especie, e incluso cepa, de levadura. Para la identificación de levaduras, se requiere una preparación previa que puede realizarse mediante protocolos directos (uso de colonias sin tratamiento químico) o indirectos, que implican una extracción previa de proteínas con etanol y ácido fórmico, lo que mejora la calidad del espectro. Una vez obtenida la muestra tratada, se mezcla con la matriz en una placa diana y se deja cristalizar. Posteriormente, se analiza en el espectrómetro de masas (Patel, 2019). El espectro obtenido se compara con bases de datos especializadas que contienen perfiles proteicos de referencia. Estas bibliotecas pueden estar incluidas en el software del equipo (como Biotyper de Bruker o SARAMIS de bioMérieux) o ser personalizadas, lo cual es útil para identificar cepas industriales o aislamientos ambientales no representados en las bases de datos estándar. Sin embargo, presenta ciertas limitaciones. Por ejemplo, su capacidad para discriminar levaduras muy cercanas filogenéticamente depende directamente de la calidad y amplitud de la base de datos utilizada. Además, su sensibilidad puede verse reducida si las muestras presentan impurezas, contaminantes o si la extracción proteica no es adecuada. Tecnología de secuenciación por nanoporos El secuenciador MinION, desarrollado por Oxford Nanopore Technologies, representa una herramienta de gran interés. Este dispositivo de secuenciación de tercera generación se caracteriza por su tamaño compacto, conexión vía USB, capacidad de análisis en tiempo real, lectura de fragmentos largos de DNA, y bajo coste de adquisición (6,7). Aunque originalmente no fue diseñado para su uso en industrias alimentarias o de bebidas, el MinION ha sido adaptado para laboratorios de calidad cervecera y del vino mediante el desarrollo de protocolos simplificados y más rápidos que los sugeridos por el fabricante (Shinohara et al., 2021). Este dispositivo es portátil, de bajo coste y permite la secuenciación en tiempo real tanto de DNA como de RNA. Recientemente, (Kurniawan et al., 2021) desarrollaron y validaron una plataforma de identificación microbiana basada en el secuenciador MinION, inicialmente aplicada a bacterias contaminantes de la cerveza. Posteriormente dicha plataforma se utilizó para la identificación de cepas de levaduras contaminantes (Shinohara et al., 2021). Se llevó a cabo la secuenciación de los genes del RNA ribosomal nuclear y de las regiones espaciadoras internas transcritas (ITS) de una amplia variedad de levaduras relacionadas con el deterioro cervecero, comunes en ambientes de producción de cerveza. Para ello, se emplearon dos kits de secuenciación diferentes: el Ligation Sequencing Kit y el Rapid Barcoding Kit. El análisis de las secuencias se realizó utilizando un enfoque basado en la generación de secuencias consenso. Como parte de la evaluación del desempeño del MinION, se realizó una comparación directa con la técnica de secuenciación Sanger. Los resultados obtenidos demostraron que el método implementado con MinION permite identificar levaduras a nivel de especie de forma rápida (aproximadamente 3,5 horas desde la extracción del DNA hasta el análisis de los datos), y con una precisión comparable a la secuenciación Sanger, alcanzando una identidad promedio superior al 98,9%. La plataforma de identificación microbiana basada en MinION, ahora adaptada tanto para bacterias como para levaduras, representa una herramienta eficaz para la identificación rápida y precisa de microorganismos asociados al deterioro de la cerveza, directamente en campo o en las instalaciones de producción. Este nuevo enfoque tiene el potencial de transformar los procesos de control y aseguramiento de calidad microbiológica en las cervecerías y bodegas, ofreciendo una alternativa innovadora y práctica frente a los métodos convencionales. |
Comentarios finales
Los métodos de tipado molecular han revolucionado la identificación y caracterización de levaduras enológicas, superando ampliamente las limitaciones de los métodos tradicionales basados en características morfológicas y fisiológicas. Técnicas como PCR-RFLP, secuenciación de regiones ribosómicas ITS y D1/D2, análisis de DNA mitocondrial, cariotipado, y tecnologías más recientes como MALDI-TOF y secuenciación masiva (NGS) permiten no solo identificar especies con gran precisión, sino también discriminar entre cepas dentro de una misma especie, lo cual es fundamental para aplicaciones industriales y de investigación
En particular, la identificación molecular ha permitido entender la compleja dinámica microbiana durante la fermentación alcohólica, donde la sucesión natural de especies no-Saccharomyces a Saccharomyces cerevisiae se encuentra influenciada por factores ambientales y condiciones del proceso enológico. La capacidad para identificar y seleccionar cepas autóctonas con características fermentativas específicas y resistencia a condiciones adversas abre la puerta a optimizar la calidad y seguridad en la elaboración de vinos.
Asimismo, la diferenciación genética y funcional de levaduras del velo de flor, particularmente de S. cerevisiae, resalta la adaptación microbiana a nichos enológicos específicos como la crianza biológica, evidenciando una domesticación microbiana impulsada por la presión selectiva de compuestos tóxicos. Esta comprensión genética ha sido posible gracias a la combinación de diversas técnicas moleculares y genómicas que permiten observar polimorfismos y adaptaciones específicas, aunque todavía se requiere integrar estos datos con análisis fisiológicos para correlacionar características genéticas con su funcionalidad real enológica.
El uso de métodos como PCR-RFLP y análisis de DNA mitocondrial, pese a su simplicidad y eficacia, presenta limitaciones para distinguir cepas con alta similitud genética, situación que ha motivado el desarrollo y aplicación de técnicas más avanzadas, como la amplificación múltiple de loci microsatélites y tecnologías ómicas, que ofrecen mayor resolución. El empleo de bases de datos y herramientas bioinformáticas estandarizadas también es crucial para garantizar la reproducibilidad y confiabilidad en la identificación.
Las técnicas moleculares de análisis genético, como la electroforesis en gel de campo pulsado (PFGE) y la amplificación al azar de polimorfismos en el DNA (RAPD-PCR), se han consolidado como herramientas fundamentales para el estudio de la diversidad genética y la caracterización de cepas de levaduras. La PFGE ofrece una alta resolución en la detección de reordenamientos cromosómicos, lo que permite identificar diferencias estructurales significativas entre cepas y detectar eventos evolutivos complejos. Sin embargo, su limitación en términos de tiempo, requerimientos técnicos y su baja aplicabilidad en un amplio espectro de especies contaminantes restringen su uso para análisis rutinarios o de alto volumen.
Por otro lado, el RAPD-PCR, gracias a su simplicidad y bajo coste, es una técnica accesible para evaluar la diversidad genética, especialmente en ambientes donde coexisten múltiples especies o cepas no comerciales, como las fermentaciones espontáneas. La capacidad de RAPD para generar “huellas digitales” genéticas multilocus facilita la identificación de variabilidad intra e interespecífica, incluyendo la detección de híbridos. No obstante, la reproducibilidad variable de los resultados, debida a la baja temperatura de hibridación y la necesidad de múltiples réplicas, es un desafío importante para su implementación rigurosa.
Las técnicas moleculares AFLP e interdelta PCR se consolidan como herramientas potentes para la caracterización genética de levaduras, cada una con ventajas específicas que las hacen complementarias en el estudio de la diversidad genética y la identificación de cepas. AFLP destaca por su alta capacidad discriminatoria y reproducibilidad, superando ampliamente a técnicas como RAPD, lo que permite analizar con detalle la variabilidad intraespecífica en entornos fermentativos complejos. Su versatilidad para detectar entre 50 y 100 fragmentos amplificados genera perfiles genéticos robustos que pueden diferenciar cepas estrechamente relacionadas, siendo útil tanto en estudios de investigación como en la industria para control de calidad y monitoreo de poblaciones microbianas.
Sin embargo, la complejidad técnica, la necesidad de múltiples pasos y equipamiento especializado limitan su adopción generalizada en laboratorios con recursos limitados. Adaptaciones recientes que permiten la visualización en geles de agarosa buscan hacer la técnica más accesible, facilitando su uso en contextos industriales o de investigación con menor infraestructura.
Por otro lado, la técnica basada en elementos delta del transposón Ty representa una alternativa sencilla, económica y eficiente para la tipificación de cepas de Saccharomyces cerevisiae. Su fundamento en la amplificación de regiones interdelta genera perfiles polimórficos altamente específicos y reproducibles cuando se optimizan condiciones experimentales. La alta estabilidad genética de los elementos delta a lo largo de múltiples generaciones y su distribución característica en el genoma aportan un marcador genético confiable para estudios intraespecíficos, especialmente en fermentaciones espontáneas o tradicionales donde la biodiversidad es amplia y compleja.
Las mejoras en el diseño de cebadores y condiciones de PCR han incrementado la resolución y reproducibilidad de esta técnica, posicionándola como una herramienta valiosa para la identificación y seguimiento de cepas en la industria vitivinícola. Aunque puede no alcanzar el nivel de discriminación global que ofrece AFLP, su simplicidad y bajo coste la convierten en una opción atractiva para análisis rutinarios.
Las técnicas moleculares basadas en secuencias repetitivas, como la SSR-PCR multiplex, junto con métodos avanzados como MALDI-TOF y la secuenciación por nanoporos, representan un conjunto integral de herramientas indispensables para la identificación, tipificación y seguimiento de cepas de levaduras en ambientes industriales y de investigación. Cada una de estas metodologías aporta ventajas específicas en términos de precisión, rapidez, coste y capacidad de discriminación, permitiendo así abordar los desafíos que presenta la diversidad microbiana en procesos fermentativos.
El uso combinado y complementario de estas tecnologías facilita una mejor comprensión de la dinámica poblacional, la trazabilidad y el control de calidad, aspectos fundamentales para optimizar la producción y asegurar la inocuidad de alimentos y bebidas fermentadas. Además, la continua evolución de estas técnicas, con la incorporación de tecnologías portátiles y análisis en tiempo real, abre nuevas oportunidades para el monitoreo directo en campo, acortando tiempos y mejorando la toma de decisiones en la industria.
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