Ingeniero enólogo por Burdeos, miembro del panel de cata de la DO Navarra y asesor vitícola en diversas explotaciones y proyectos enoturísticos, Adolfo Marino dirige esta pequeña bodega familiar, dedicada a la elaboración de vinos de calidad (Palacio Muruzabal). Situada en Muruzabal, un pequeño pueblo a la falda sur del monte Perdón, sus viñedos son atravesados por los tres caminos que llevan a Santiago, los que se unen en la cercana población de Puente la Reina.

 

Bodegas Álvaro Marino–Palacio de Muruzabal es una bodega ubicada en el cabo de armería del marqués de Zabalegui (Navarra), construido a finales del siglo XVI, durante la consolidación del Reino de Navarra. Actualmente en ella se cultivan 30 ha de viñedos con los que se elaboran vinos de calidad, reconocida mundialmente y acreditada por multitud de criticos enológicos y profesionales del sector.

 

¿Qué servicios o productos ecoturísticos están realizando en su bodega?

En el Palacio de Muruzabal hemos aprovechado las antiguas instalaciones, datadas de 1600, para trasladar al visitante a épocas pasadas y permitirle comprobar in situ cómo se vivía y se elaboraban los vinos. Además ofrecemos degustaciones, cursos y dinamizamos la exposición permanente con obras de teatro, conciertos etc. Nuestra explotación principalmente agrícola se dedica también a otros cultivos, además de la vid; así, somos expertos en truficultura.

 

¿Cuándo empezaron ustedes a desarrollar un proyecto enoturístico?

El proyecto ha ido surgiendo de manera natural y puede decirse que sin planearlo con antelación, tras la formación de las Rutas del Vino de Navarra hace apenas dos años. Cabe apuntar que, durante la larga trayectoria de la bodega, cuya actividad se reinició hace más de 20 años, hemos ido realizando actos puntuales que nos indicaban el camino a seguir.

 

¿Han surgido problemas al desarrollar el proyecto ecoturístico?

Podemos decir que, realmente, todavía no nos hemos encontrado con problemas serios. Es verdad que hemos tenido que realizar algunas mejoras (por ejemplo, reformas en los lavabos), pero ha sido a pequeña escala. Ahora empezamos a notar cierto recelo por parte de la hostelería local (bares, etc.) que empiezan a vernos como competencia, algo que tal vez sea consecuencia indirecta de la actual crisis económica. El personal es el propio de la bodega, ya que es familiar, siendo imprescindible el conocimiento de idiomas, inglés y francés como mínimo. Por otro lado, y en cuanto a la comercialización del producto, lo hacemos de manera directa contactando por internet con tour operadores.

 

¿Cuántos enoturistas visitan anualmente sus instalaciones?

Es complicado decirlo, pues la bodega está en pleno Camino de Santiago con lo cual se mezclan peregrinos y enoturistas. Además, las instalaciones son casi patrimonio de la historia navarra, por lo que tenemos muchos visitantes que se acercan a nosotros desde ese conocimiento histórico. Actualmente, trabajamos con tres tour operadores que nos proporcionan visitas por una media de tres autobuses al mes durante los meses cálidos y, en invierno, esas cifras se reducen bastante.

 

¿Qué ha aportado de positivo el enoturismo a su bodega?

Fundamentalmente, la entrada de ingresos extras. Creando nuevos vectores de comercialización que, en nuestro caso, como bodega pequeña, resultan interesantes; el volumen de venta es pequeño, pero proporcionalmente significativo. Además es fácil defender un precio razonable debido a la ausencia de intermediarios.

 

¿Se utiliza el enoturismo como una herramienta de marketing en su empresa?

Nosotros como artesanos, pequeños productores que vinifican su propia uva de manera tradicional, podemos diferenciarnos de los grandes elaboradores industriales, simplemente, enseñando la bodega. En nuestro caso, el marketing es enseñar la realidad, lo cotidiano y cercano como estrategia de comunicación y venta.

 

¿Es el enoturista un cliente potencial de sus productos vinícolas? ¿Qué nivel de ventas se realiza de forma directa en la instalación?

Evidentemente, el enoturista está interesado en los vinos. Siempre compra aunque sea solo una botella. Para nosotros, lo interesante es que ponga cara a esa botella. En el mercado, hay muchas marcas y es muy difícil acordarse de todas, incluso para un profesional. El contacto directo con el productor implica un acto casi emocional que deja huella. En volúmenes vendidos es muy relativo (siempre son pequeñas cantidades), pero crea grandes vectores comerciales.

 

¿Su bodega colabora con otros agentes turísticos del territorio, como alojamientos, restauración, servicios turísticos, para dinamizar proyectos conjuntos? ¿O se trabaja más individualmente?

En un principio sí que hay una colaboración. Pero la actual crisis está marcando mucho el terreno y la hostelería empieza a vernos como competencia directa de actividad de ocio. El argumento es que si vienen a la bodega a tomar un vino es muy posible que ese día ya no se acerquen al bar… Sea como sea, las relaciones son diferentes con cada establecimiento en particular.

 

¿Están desarrollando alguna experiencia vinculada con la enogastronomía?

Como se ha mencionado antes, soy experto en la recolección y degustación de la trufa (Tuber melanosporumBrumaleMesentericumAestivum, etc.) y realizo cursos de degustación de trufa. A los extranjeros, además, les suelo presentar productos típicos de la zona, como pimientos o espárragos, que contribuyen a dar una imagen de calidad gastronómica de la zona.

 

¿Cree que el enoturismo puede ser de interés para el sector MICE?

He tenido muchas reuniones de empresa en la bodega. Además de ser un sitio privado, les ayuda a distender las negociaciones e incluso a afianzar lazos, precisamente, una de las propiedades del vino.

 

¿Cuentan con la ayuda de alguna agencia de viajes o profesionales del turismo para comercializar vuestros servicios?

Por supuesto, las agencias se dedican a vender experiencias. Está claro que lo principal para ellas es disponer de esas experiencias.

 

¿Se comunican y comercializan sus enoservicios turísticos por la red?

Sí, es fundamental para nosotros ese tipo de presencia. La red es un medio perfecto.

 

¿Qué debilidades, desde su punto de vista, tiene actualmente el enoturismo español?

La actual legislación vigente. Nos encontramos en un vacío legal, puesto que no somos bares y, sin embargo, podemos servir vino. Tampoco somos locales públicos y, sin embargo, recibimos clientes. No somos locales aforados y, sin embargo, traemos a grupos. El vacío legal es tan grande que estamos expuestos a recibir cualquier día una denuncia por competencia desleal, aun teniendo el seguro y cualquier otra documentación requerida.