Según las conclusiones de los últimos trabajos llevados a cabo en el Instituto Geisenheim, el centro de investigación alemán más importante en materia de enología y viticultura, el cambio climático está conduciendo a un descenso crítico de días de helada durante el invierno.

Las muy bajas temperaturas invernales son necesarias en Alemania para la producción tradicional del renombrado vino de hielo, ya que los granos de uva necesitan temperaturas inferiores a los – 7 ºC para congelarse.

El problema de los inviernos cada vez más templados radica en que cuanto más se alarga el período de permanencia de la uva en la vid, en espera de las heladas, más crece el riesgo de podredumbre del fruto. En contraposición, los expertos consideran que los estilos de vino botritizado como beerenauslese o trockenbeerenauslese pueden tener su oportunidad con las nuevas condiciones climatológicas.

Mientras tanto, los productores, como Klaus-Peter Keller en Rheinhesses, están inquietos ya que cada vez resulta más difícil producir vino de hielo en Alemania. Martin Kerpen, elaborador de vino de hielo de los últimos 33 años, comenta que, al menos, esperan que la climatología no cambie con excesiva rapidez para continuar con la producción unos años más. Admite que el calentamiento global pone trabas al proceso aunque, al fin y al cabo, sólo es necesaria una única noche realmente fría para poder obtener vino de hielo.

Así las cosas, los productores como Christa Jüngling de Weingut Paulinshof parecen resignarse pero están dispuestos a resistir mientras exista una demanda de Eiswein por parte del consumidor. A pesar de ello, el vino de hielo vive actualmente su mejor momento: crece la exportación de vino alemán y su consumo en el hogar ha llegado a un máximo histórico de 20,6 L por persona y año. Las exportaciones de vino de hielo alemán alcanzaron un incremento del 13 % en valor y del 8 % en volumen durante el pasado año.

Fuente: Decanter.com