Hablando con la perspectiva de la última década, probablemente el vino ha roto el incómodo techo digital en el que se había instalado a principios de siglo. Actualmente la Red y las redes sociales (primero blogs, después Facebook y Twitter a las que se ha añadido Instagram) dan testimonio de que ha despertado del letargo analógico en el que persistía y ha sabido acercarse a “su futuro”.1

Pero en la medida en que la interfaz entre vino y consumidor o, con mayor propiedad, entre las bodegas con sus distribuidores, y los consumidores, se va sellando con un alud de blogs de “sumilleres digitales” que van jaleando el tópico de los años sesenta del siglo pasado “del campo a su mesa”, sigue igual o más desierto si cabe el punto de encuentro entre quien crea y quien recibe el mensaje del vino. Y en ese desierto se va imponiendo2  la idea de que el enólogo es una figura prescindible, impostada, que más bien impide que el vino se exprese con “naturalidad”. Un tópico que va ganando adeptos, como lo hacen declaraciones que denuncian actitudes poco menos que discriminatorias de quienes se entestan en disfrutar del impacto sensorial que nos interpela desde una copa de vino.3

Si se interroga a internet, devuelve una imagen digitalmente lánguida de los profesionales de la enología, frecuentemente empañada por banalizaciones y despropósitos en sus biografías publicadas por algunos portales digitales de venta de vinos. Una imagen escasamente activa en cuanto a comunicar su posición e intención respecto del trabajo enológico que realizan.

¿Para cuándo una persistente voz en primera persona que exprese qué ha querido transmitir (y qué no) con “sus” vinos a quien los deguste? ¿Realmente el enólogo requiere intérpretes para conectar con los consumidores? Con las honrosas excepciones que debe de haber, pero que no he sabido encontrar, las webs de las asociaciones de profesionales4 carecen de un apartado dirigido directamente a los consumidores que, sin duda, consultarían agradecidos.

«¿Realmente el enólogo requiere intérpretes para conectar con los consumidores?»

Hay que revertir la peregrina idea de que el vino está ahí en la tierra de cada viña, y que llega malherido, cuando no muerto, si en su camino se interpone un enólogo. Debe empezar a levantar la voz, y no solo para proclamar su inocencia, sino para explicar que cada vino es, en su genialidad o banalidad, lo que ha querido y sabido infundirle su elaborador, un enólogo, a la materia prima.

Y, en consecuencia, aceptar el veredicto. *

Notas

1. Véase, al respecto, https://www.acenologia.com/red74_01.
2. Por los márgenes del mercado de consumidores, es cierto, pero esos márgenes no dejan de ampliarse.
3. https://www.acenologia.com/enologos_enofilos_hominidos_ed1216.
4. Invito cordialmente a visitar con espíritu constructivo, por ejemplo, el web de la Unión Internacional de Enólogos, www.uioe.eu/ y su blog.

 

* Siga leyendo No todos los enólogos son asesinos en ACENOLOGIA.