Hay un debate científico sostenido sobre cuál es la opción más eficiente para conservar la biodiversidad y mejorar la producción de las áreas cultivadas. Un debate que se ha centrado principalmente en dos formas de compaginar áreas cultivadas con áreas no cultivadas: preservar tierras (land sparing) y compartir tierras (land sharing) en referencia a zonas no cultivadas en las que la biodiversidad y los ecosistemas puedan desarrollarse libremente durante un tiempo prolongado. Esta controversia, que no ha llegado explícitamente a la viticultura, ha recibido nuevos argumentos con un reciente artículo de Ian Bateman titulado «Las políticas de conservación actuales corren el riesgo de acelerar la pérdida de biodiversidad» (https://www.nature.com/articles/d41586-023-01979-x)1 en el que pone en duda los beneficios para la biodiversidad global de fórmulas conservacionistas como el compartir tierras y el cultivo ecológico, y expone argumentos en favor de preservar tierras. Argumentos científicos, económicos y políticos.

Este debate más pronto que tarde aterrizará en el ámbito vitivinícola y teniendo en cuenta que modelos como el de la viticultura regenerativa  y el de la viticultura ecológica (y biodinámica) entran de lleno en la materia en debate, valdría la pena acelerar la recolección de datos y resultados a fin de valorar la eficacia de los modelos, puesto que, como argumenta Bateman “las malas decisiones que no estén respaldadas por los datos, en el mejor de los casos, no darán resultados suficientes y, en el peor, exacerbarán las amenazas existenciales planteadas por la extinción y las crisis climáticas”.

1 Hay un completo resumen del artículo en https://phys.org/news/2023-06-policies-global-biodiversity.html.