El cultivo de la vid en altitudes elevadas ha ido adquiriendo importancia en las últimas décadas como opción de calidad para producir vinos en regiones cálidas por el avance del cambio climático. Numerosos países productores europeos y de Suramérica están experimentando con el cultivo de la uva de altura desde una perspectiva innovadora. Ciertamente la calidad de la uva depende de aspectos que involucran el medio ambiente y los enólogos necesitan comprender mejor cómo los cambios que ya están aquí, producidos per el calentamiento global, afectarán al crecimiento de las bayas. El incremento en la temperatura del aire, en la concentración de CO2 y la escasez de agua son escenarios sobre los que la comunidad científica está de acuerdo en que incluso reduciendo enormemente las emisiones, las temperaturas se mantendrán muy elevadas hasta después del año 2100. En muchas áreas de actividad y sociales no se termina de asimilar, pero en el caso de la enología, ya se están implementando planes para desplazar los cultivos a estas zonas más elevadas. Pero, ¿cuánto hay que subir en la ladera? ¿Cuál es la altitud mínima que afecta de forma diferencial al crecimiento y el desarrollo de la vid? Esta revisión firmada en Argentina, Suiza e Italia resume la contribución ambiental de las variables climáticas globales relacionadas con la gran altitud a la fisiología de la vid y la composición del vino, para una mejor evaluación del posible establecimiento de viñedos a gran altitud en escenarios de cambio climático. Es interesante que a elevadas altitudes, las uvas muestren mayor contenido de antocianinas y mayor acidez, contrarrestando los efectos negativos de una maduración acelerada. Ésta y otras ventajas son objeto de estudio en esta revisión.

Arias, L.A.; Berli, F.; Fontana, A.; Bottini, R. y Piccoli, P.: “Climate Change Effects on Grapevine Physiology and Biochemistry: Benefits and Challenges of High Altitude as an Adaptation Strategy”, Frontiers in Plant Science ; 2022, 13: 835425.