En viticultura, y ante la amenaza del cambio climático, hay gran preocupación por mantener la productividad en condiciones de sequía. Ello se suele lograr seleccionando genotipos resistentes a la sequía y manejando el cultivo de manera que el agua esté disponible al máximo a la vez que reduciendo al mínimo su consumo. Pero el trabajo de selección es complejo, ya que la resistencia viene determinada por un conjunto de aspectos fisiológicos de la vid que son ampliamente variables. Por ejemplo, la conductancia y dinámica de cierre de los estomas, la vulnerabilidad del xilema a las burbujas de aire, etc. No conocemos cuál sería la combinación ideal ante las condiciones de escenarios climáticos presentes y futuros. Pero dado que será preciso mantener o incrementar la productividad de los cultivos -y, en este caso, de la vid-, la autora de este estudio sigue un modelo para predecir las combinaciones óptimas de rasgos para Vitis sp en las que cuantifica ocho rasgos de tolerancia hídrica, desde la transpiración al área de superficie del dosel o la de las raíces, y propone prácticas de manejo como la reducción de la densidad de plantación o el enrejado. En paralelo, este trabajo se fija en los genotipos de Vitis que mantendrían la productividad hasta después de 2050. En cultivos perennes como la vid, en las que el desarrollo de nuevas variedades cuesta mucho tiempo y dinero, es particularmente importante prever la preparación para el cambio climático.

Burgess, A.J.: “Wine without water: Improving grapevine tolerance to drought”, Plant Physiology ; 2022, 190 (3): 1550–1551.