¿Se puede considerar ecológico un producto vendido en España etiquetado como tal, pero que proceda de Nueva Zelanda? ¿No tendrían que tener un reconocimiento específico los productos que consuman menos energía y generan menos gases invernadero, aunque no tengan el certificado ecológico? Estas preguntas marcan el debate que suscitan las carencias y contradicciones que presenta la certificación ecológica, que identifica los alimentos libres de pesticidas y fertilizantes químicos, pero la acreditación no considera otros impactos (como el consumo de combustible, la emisión de CO2, el exceso de intermediarios, las condiciones laborales o el uso de fuentes renovables…). Y todo esto ocurre mientras se consolidan las nuevas demandas de los consumidores, que reclaman también alimentos y productos que protejan el paisaje o conserven la biodiversidad de las especies vivas.

España es el primer país productor de la Unión Europea y el sexto del mundo en cuanto a superficie con sello ecológico. El consumo de productos biológicos experimenta una auténtica eclosión aunque haya crisis. Sin embargo, la denominación ecológico, biológico o orgánico, adjetivos sinónimos, se reserva para aquellos productos agroganaderos libres de pesticidas y de fertilizantes químicos. En cambio, no ampara los nuevos requisitos ambientales que exige el consumidor. La etiqueta actual no resuelve todas las dudas y demandas del usuario sobre la totalidad de la calidad ecológica, sobre todo cuando queremos promocionar productos que están asociados a la conservación de la biodiversidad o la protección del paisaje.

Hay productos llamados ecológicos, pero que tienen un impacto ambiental enorme en el tema del uso del agua o en la mala utilización de la energía, y no tienen en cuenta la conservación de especies. Los invernaderos del sur de España tienen a veces cosechas ecológicas, pero en un mar de plástico que oculta frutas y verduras uniformes crecidas en un clima artificial y sin atender un cultivo de temporada.

En España es positivo el aumento de la producción de alimentos certificados como ecológicos, pero no olvidemos que la mayoría se destina a la exportación, lo que representa un gasto energético inmenso y un gran volumen de generación de gases invernadero. Además, no comportan un cambio en el modelo agrícola.

De poco nos sirve un sello que solo nos dice que un producto no lleva pesticidas si se ha producido a 8000 km, con salarios bajos, que se vende en una gran cadena que paga mal a los trabajadores y con un excesivo consumo de agua durante el cultivo. Y lo peor es que, además, se vende más caro en una tienda de lujo.

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ECOSOSTENIBLEWINE 2012

Más de 350 personas se dieron cita en el forum Ecososteniblewine 2012, en Vilafranca del Penedés el pasado 6 de noviembre, para debatir valores de futuro como la sostenibilidad y ecología en pro de la protección del medio ambiente. La sostenibilidad es un activo importante para el sector vitivinícola y crece el interés por incorporar nuevos aspectos ambientales. Os hemos presentado aquí el comentario de introducción del periodista Antonio Cerrillo, que hizo de moderador de la jornada, y una iniciativa expuesta como un póster de una bodega comprometida con la arquitectura del paisaje del Penedés.

EcosostenibleWine 2012 dejó constancia que la sostenibilidad es un activo importante y que hace falta seguir trabajando para incorporar nuevos aspectos ambientales más allá de las regulaciones vigentes.

Podéis encontrar todas las ponencias y vídeos enwww.ecososteniblewine.co