Desde hace meses vienen acumulándose sobre el futuro de la enología incógnitas que no parecen encontrar la rápida solución que sería de desear. Si esta situación se prolonga durante mucho más tiempo, puede acabar pasando la factura del desaliento al colectivo profesional actual y diezmando, por incertidumbre, el grueso de los que han de constituir las próximas generaciones.

En primer lugar, empiezan a faltar respuestas coherentes y definitivas a la estructuración del currículo universitario que deberán seguir los futuros enólogos, una vez aplicados los criterios de convergencia en las enseñanzas superiores europeas que impone el llamado «proceso de Bolonia». Resulta alentador que el proyecto de real decreto por el que se incorpora al ordenamiento legal español el reconocimiento de las cualificaciones profesionales del ámbito europeo, incluya la profesión de enólogo. Pero ello, junto con los numerosos informes presentados por universidades y colectivos profesionales, no parece suficiente aval para quienes tienen la responsabilidad de proveer una carrera capaz de formar enólogos con la exigencia, especialización y competitividad que requiere el sector elaborador y el mercado global vitivinícola. Incomprensiblemente, siguen deshojando la margarita sobre la existencia de una titulación universitaria propia para la enología.

Parece como si esas dudas, cuando se trata de incorporar la enología a la oferta del nuevo espectro de titulaciones universitarias, enlazaran con las inconsistencias (enológicas) del nuevo plan de relanzamiento de la vitivinicultura española, presentado recientemente por el Ministerio de Agricultura (MAPA). El ejecutivo propone que, en un período inusualmente breve para este tipo de planteamientos,1 España alcance el liderazgo en la escena vitivinícola mundial para el 2010. No en vano el plan se denomina Estrategia Vino 2010.2 Se trata de un proyecto formalmente ambicioso, cimentado en análisis de mercado y de sector que bien podrían ser intercambiados con estudios homólogos elaborados por distintos países del grupo denominado del «Nuevo Mundo».3 Las diferencias aparecen, sin embargo, en el momento de establecer y priorizar los objetivos. De forma inequívoca, los planes estratégicos de nuestros competidores se encabezan con la dotación a la investigación y el desarrollo científicos, el consabido I+D+i. El plan español  apuesta por «apoyar las inversiones en I + D» y propiciar la difusión de la innovación y los resultados de I+D a través de la «Plataforma de conocimiento para el medio Rural y Pesquero».4 Esta plataforma puede consultarse en la dirección que se adjunta y no parece en absoluto una estructura propicia para generar el conocimiento necesario (ni tan solo el imprescindible) a la enología para convertirla en un pilar de la economía del conocimiento: un objetivo, recordemos, estratégico y de obligado cumplimiento como recoge las declaraciones de Lisboa 2000 y Barcelona 2001 de los dirigentes de la UE. Es conveniente subrayar que la enología es la base del conocimiento en la vitivinicultura (y no las nuevas tecnologías de la información como indican algunos documentos del plan del MAPA) y que sin la adecuada masa crítica aportada por la investigación científica, el sector nunca podrá abandonar la «economía productiva» y avanzar en la «economía del conocimiento».

Ello no significa que la transformación del medio rural no sea un ingrediente crítico de la revolución enológica que a escala global se avecina, pero se requiere un plan estratégico coherente que proponga inversiones directas y cuantificadas en investigación y desarrollo tecnológico, con carácter inmediato y urgente, sin que por ello deba renunciarse a un plan complementario a medio y largo plazo, a la incentivación de la investigación básica y a una acción de gran potencia en el campo del marketing y la imagen de marca: el famoso branding que guía las grandes acciones internacionales de conquistas de mercados. Nada de ello, para nuestro pesar, aparece en el plan citado. Nada, por tanto, evita esta decepción.

En el editorial del número 71 de ACE , publicado en julio de 2006, analizábamos desde la perspectiva enológica la falta de ambición y energía que impregna el plan de reforma de la organización común del mercado vitivinícola.5 Transcurrido un año, se ha producido una respuesta a dicho plan por parte del Ministerio de Agricultura que se resume en la nota de prensa oficial del pasado 16 de julio de 2007 donde se defiende la necesidad de «introducir mejoras en la propuesta de reforma de la OCM del vino». Son mejoras que pretenden un ajuste menos drástico y perjudicial para el sector y la defensa de los intereses de diversos colectivos «sensibles», cuya economía está directamente relacionada con el vino. Puede inferirse fácilmente, analizando la propuesta de la Comisión Europea y la respuesta del Ministerio, que el colectivo de enólogos y la propia enología no participan de esa crisis: la aplicación de la reforma no les afectará, puesto que no se contempla medida específica alguna para mejorar el proceso y  desarrollo de las funciones del enólogo, puntal indiscutible, sin embargo, de la competitividad, concepto invocado continuamente como «madre de todas las soluciones» ¿Es que acaso está haciendo fortuna en Europa la idea de que la enología es un imponderable, tal vez un obstáculo inevitable como la meteorología, para la vitivinicultura?

Habría que añadir todavía a las citadas iniciativas públicas sin resolver, el anteproyecto de Ley de Medidas Sanitarias para la Protección de la Salud y la Prevención del Consumo de Bebidas Alcohólicas por Menores, presentado por el Ministerio de Sanidad y Consumo y del que los enólogos tuvieron noticia por la prensa.6 El anteproyecto fue retirado por el Gobierno, parece que definitivamente, a tenor del cambio de titular en el Ministerio.

Es imprescindible y urgente, en definitiva, despejar tanta incógnita sobre la profesión y planificar las soluciones a aplicar conjuntamente con los colectivos profesional y académico. Hay que dotar de forma objetiva y conveniente la investigación enológica mediante inversiones directas y proporcionales a los resultados requeridos, con el objetivo prioritario que la cultura y la economía del conocimiento se instalen de forma efectiva en el sector vitivinícola. Esa es la única receta de éxito para elaborar los vinos que la sociedad del siglo XXI está demandando. Una sociedad que ha convertido el consumo en una exigencia y la información en su principal fuente de placer.

Notas
1 No hay más que consultar los números del año 2000 de nuestra publicación, donde se recogieron los sucesivos planes de asalto al liderato vitivinícola que inició Australia hace casi una década.
2
Estrategia Vino 2010. http://www.mapa.es/es/alimentacion/pags/estrategia/estrategia.htm
3
 La solución (en Chile, por ejemplo): vinnhttp://www.mapa.es/es/alimentacion/pags/estrategia/estrategia.htmova (http://www.vinnova.cl/)
4
Plataforma de conocimiento para el medio rural y pesquero. https://www.mapa.gob.es/es/ministerio/servicios/informacion/plataforma-de-conocimiento-para-el-medio-rural-y-pesquero/default.aspx
5 Propuesta de la Comisión Europea para la reforma de la organización común del mercado vitivinícola.
http://ec.europa.eu/agriculture/capreform/wine/index_es.htm
6 Anteproyecto de Ley de Medidas Sanitarias para la Protección de la Salud y la Prevención del Consumo de Bebidas Alcohólicas por Menores. https://www.sanidad.gob.es/novedades/docs/Anteproyecto_de_ley_de_medidas_sanitarias.pdf