Hace tan sólo unas semanas, la Academia de Tastavins de Sant Humbert celebró su Capítulo de la Vendimia. Una cita que últimamente dedicamos a una mesa intersectorial de la comarca del Penedès y debo decir que con un éxito notable. Muchas son las organizaciones del Penedès que asistieron, aplaudiendo y legitimando el encuentro. Más allá de nombres concretos, hubo una organización óptima por parte de la Academia, una asistencia notable de agricultores, elaboradores, patronales del vino y del cava, sindicatos, enólogos, académicos, etc. y una acertada moderación. Incluso, una pequeña –pero representativa– presencia de periodistas.
La principal diferencia con el año anterior fue que tan sólo apareció un representante de la Administración (del Departamento de Agricultura, Alimentación y Acción Rural de la Generalitat de Catalunya) y que también estaban invitados los dos candidatos a la presidencia de la Denominación de Origen Penedès (el señor Cuyàs estuvo presente, el otro candidato se excusó en un viaje que no podía posponerse). Este año, también se innovó con un formato diferente y la mesa trató dos temas en lugar de presentar un tema libre. El primero fue el precio de la uva, el segundo fue el futuro del Penedès: a medida para que el candidato se explicase.
Sobre el primer tema, evidentemente, no hubo ni consenso ni conclusión posible. Todas las partes estiran hacia sus necesidades inmediatas y la diversidad y complejidad de uvas, vinos y intereses en definitiva, no hace posible, por ahora, el entendimiento. El precio de la uva siempre será motivo de discordia y todos los argumentos tienen su fundamento. Pero si existe una cosa clara es que el precio de la uva debe obtenerse del precio final de la botella, y si éste no sube tampoco puede subir el otro. Podemos hablar y discutir sobre si el precio medio actual de una botella de vino del Penedès (inferior a tres euros, según UVIPE) puede soportar un incremento de precio de la materia primera; podemos discutir la coyuntura del mercado o el valor añadido de cada botella; podemos alarmarnos con lo que representa una eventual pérdida de superficie de viña por culpa de esta crisis o los efectos socioeconómicos sobre las comarcas… pero no existe alternativa: para pagar más de lo que se paga la uva es necesario que la botella se revalorice en el mercado.
Respecto al futuro del Penedès, se habló, y bastante, sobre las disputa para elegir presidente; también del modelo de Penedès y de la estrategia de la Denominación de Origen. Hubo incluso una reivindicación explícita del trabajo bien hecho por parte del señor Ribas (en estos momentos el máximo responsable de la Denominación), lejos del desgobierno que no tener presidente podría dar a entender. Según muchos de los participantes en la mesa, falla la promoción que alguien (Administración, Administración-sector) debería hacer.
Pues aquí viene mi visión de los temas tratados: la Administración no se puede lavar las manos en una discusión tan importante. Tampoco creo que sea el Departamento o el INCAVI quien deba ser el máximo responsable de la promoción de los vinos catalanes o del Penedès en este caso. El sector ya es mayor y lleva mucha experiencia acumulada; nadie mejor que ellos para saber o encontrar la manera de promover el vino. Lo que sí deberíamos reclamar a la Administración es rigor y firmeza para sentar a todo el mundo en la mesa con el objetivo de hablar y decidir; debería colaborar con los ojos cerrados para que el sector se ponga de acuerdo y avance. La competencia y los problemas vienen de fuera y eso requiere unidad. Como en Australia que, con su plan, llegó a inundar los mercados de vinos bastante económicos hace unos años, eso provocó excedentes mundiales imposibles de asumir en ese momento y la revisión de su mismo plan los está reorientando hacia la reducción de hectáreas para incrementar el precio medio de la botella de vino. Y no sólo no olvidan la calidad del vino, sino que el plan se fundamenta en la calidad del producto elaborado.
Del precio y del futuro del Penedès, la mayoría de los que intervinieron parecían satisfechos con el potencial de la comarca y con la calidad de uvas y vinos. Y yo me pregunto: ¿cómo es posible que con tanta calidad aún tengamos la ventas por debajo de los tres euros por botella? Ningún consumidor que piense en una celebración con una «buena botella» se gastará tres euros… ¡querrá gastarse más! Y eso quiere decir que la calidad de los vinos, quizás satisfactoria en estos momentos, debe mejorar y rápido para seguir siendo competitivos.
¿Cómo se consigue aumentar la calidad de los vinos? ¿Cómo se consigue una buena comunicación entre administración y sector? Se consigue con buenos profesionales que no piensen si su remuneración es la suficiente para sobrevivir o que alguien debe subvencionarles o hacerles el trabajo. Se consigue cuando los profesionales solo piensan en la mejora del producto y en las herramientas para conseguirlo.
Señores del Departamento y señores candidatos a la presidencia de la Denominación de Origen Penedès: ¿por qué no empezamos por hacer que sea obligatorio que cada bodega tenga un enólogo? ¿Y por qué no continuar por impulsar, junto a la Asociación Catalana de Enólogos, un Colegio Profesional de Enólogos?