Hace tiempo que diversos autores han intentado dividir o subdividir en áreas más o menos extensas y bajo distintos criterios el territorio de la Denominación de Origen Penedès. Se trata de un empeño fútil si se apela a las características propias de la región. Solo recurriendo, por ejemplo, a las cualidades edáficas, como un parámetro más del concepto de terrer, es suficiente para captar lo inapropiado del propósito. Otra cosa debiera ser mostrar un modelo de suelo predominante para algunas áreas. Se postula que la única división posible, en base a las características bruscamente cambiantes del territorio, es la microzonación derivada del concepto de terrer.

 

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Desde la misma oficialización, casi inmemorial, de la Veguería de Vilafranca del Penedès, o del Penedès, que esta región ha sufrido diversas divisiones y subdivisiones de carácter político, administrativo, como, también, fisiográfico, social, económico, etc., en un sentido geográfico estricto. Son de destacar, entre otras, la división territorial de Catalunya efectuada en 1936, donde aparecía, quizás con poca fortuna, un Alt y un Baix Penedès segregados de la antigua Veguería, sin tener para nada en cuenta los territorios del Garraf y del Anoia estipulados en este caso como comarcas diferenciadas. Al igual que la división provincial franquista de 1938/39, repartiendo la Comarca (en sentido reducido) entre las provincias de Tarragona y Barcelona (Baix y Alt Penedès correlativamente). También, en 1987, fue recuperada la división de 1936, y, luego, con algunas modificaciones en 1988 y 1990, fueron adscritos al Penedès municipios como Bonastre, Castellet i la Gornal, Masllorenç o Olesa de Bonesvalls que previamente habían sido asignados a otras comarcas. Alguna reivindicación posterior ha intentado generar un Gran Penedès como una recuperación casi total de la antigua Veguería, y, ya, más recientemente, ha sido oficializada la pretensión de crear en breve una Veguería Penedès casi tan extensa como lo fue en sus orígenes.

 

De todos modos, en la actualidad, el Penedès es una comarca archiconocida por una actividad sectorial cual es la vitivinicultura. Un elevado porcentaje de su PIB se basa en esta actividad. Por ello, no es de extrañar que desde la perspectiva sectorial, por motivos múltiples, tales como razones de mercado, de tecnologías del packaging, y, fundamentalmente, de artes enológicas, tipo de productos, técnicas de laboreo, atributos climáticos diferenciales, características edafológicas, cualidades fisiográficas, contenidos y distribución ampelográfica, etc., se estimule la compartimentación de la Comarca e, incluso, en algunos casos, se incite a la subdivisión por razones de personalidad y singularidad propias verificables.

Considerando que existe desde 1960 una Denominación de Origen Penedès que pretende poseer un conocimiento exhaustivo de su ámbito vitivinícola y, a la vez, se inclina a propender en lo posible hacia la regulación del sector en todas sus facetas, esta institución no ha escapado de la tentación de dividir de alguna forma la región penedesenca. Hasta el año 2009 aún invocaba la fragmentación del Penedès en tres áreas diferenciadas y claramente delimitadas geográficamente: un Penedès Inferior o zona costera, un Penedès Medio o zona central (Depressió Prelitoral Catalana) y un Penedès Superior como zona más elevada topográficamente, situada en el interior regional y en zona montañosa. Esta ordenación es, en un sentido general, muy obvia si se apela casi exclusivamente a la cuestión fisiográfica u orográfica y, de manera casi intuitiva, a la cuestión (macro)climática. Por ello, seguramente, me recuerda la división elemental que realicé (Agüera-Donay, 2004) con el objetivo fundamental de extraer una subregión bien diferenciada que habría de denominarse Massís del Garraf, postulando, por tanto, un Supra Penedès, un in Medio Penedès y un Infra Penedès que tendrían, por lo visto, clara homología con las anteriormente formuladas divisiones. Lo cierto es que esta (sub)división no dice prácticamente nada, como tampoco lo dice la nueva propuesta de la DO desde que es presidente Josep Albet, de reconocer 5 o 6 subregiones vitivinícolas en el Penedès, léase Garraf, Ordal, Alt Penedès, Valle Central A, Valle Central B, todo concebido en la dirección de ser más precisos al incrementar el número de divisiones, y al incorporar en el panel global los criterios edafológicos y climáticos obviamente imprescindibles.

En la misma línea, ya establecida, de diferenciar aquellas estructuras geográficas obvias, pero introduciendo un factor adicional empírico sobre seculares formas de distribución de las diferentes variedades autóctonas del Penedès, a saber: parellada, xarel·lo y macabeo, (y como elemento complementario, de recuperación y restitución, la Subirat Parent), se mueve el enólogo A. Torelló Sibill, quien añadiendo los rasgos topográficos y macroclimáticos de la Comarca decide diferenciar entre el Garraf, la Depressió y la Serralada Prelitoral como subregiones donde se adapta mejor cada una de las variedades: macabeo, xarel·lo, y parellada / subirat parent correlativamente (una verdadera aportación de carácter cultural). Lo cual tampoco nos dice demasiado si se tiene en consideración el elevado caso de singularidades edáficas y microclimáticas de cada subregión. Aunque, se debe reconocer que, al menos, introduce nuevos criterios de división al proponer la distribución histórica de variedades y la calidad constatada de los caldos por la vía de la experiencia organoléptica.

Otro intento destacable (Coll, 2011) es aquel que además de recoger los criterios de obviedad tradicionales, aboga por introducir, con mayor o menor éxito, rasgos diferenciadores de corte geológico, sean éstos de rango petrológico o cronoestratigráfico y geocronológico, los cuales, de hecho, poco nos dicen en interés exclusivo de la vitivinicultura si no se relacionan íntimamente con los postulados y objetivos de la edafología aplicada. De una forma un tanto peculiar, resiguiendo estos conceptos y apoyándose en un criterio muy interesante que relaciona ecosistémicamente la entomología, la etología de Lobesia botrana y el clima (integral térmica y temperatura), define cuatro zonas y varias subzonas en una nueva división de la Denominación de Origen Penedès. Estas serían: un Baix Penedès que abarcaría toda la Depressió Prelitoral desde l’Arboç o Santa Margarida i els Monjos hasta el mar, más allá de El Vendrell, y la zona de Albinyana, la Bisbal, Sant Jaume dels Domenys. Un Penedès Central, también en la Depressió, que se extendería desde el límite con el Baix Penedès hasta la zona del valle del Llobregat y las faldas de la montaña de Montserrat. Un Garraf representado por el Bloc del Garraf, desde el valle del Llobregat con su orla silícica (Agüera-Donay 2004), hasta un lugar indeterminado al SW (¿Castellet, Clariana, Calafell ?), incluyendo, más allá del Massís del Garraf s.s. (Agüera-Donay 2004), las Depressions de Vilanova, Sant Pere de Ribes, Sitges; por tanto, definiéndolo en un sentido lato. Por último, describe un Alt Penedès que se extendería por toda la Serralada Prelitoral desde Capellades pasando por Mediona, La Llacuna, Pontons y el Montmell.

Finalmente, es de hacer notar la existencia de trabajos concienzudos, bien argumentados y bien pertrechados académicamente, no dirigidos hacia la finalidad exclusiva de dividir a grandes rasgos la región vitícola del Penedès, pero sí con capacidades para hacerlo, que han resultado hasta el momento algo velados. Me refiero a las más que posibles actividades científicas del Institut Català de la Vinya i el Vi (INCAVI) o a las del VITEC del Campus de Excelencia Internacional de la Universidad Rovira i Virgili (URV) de Tarragona, entre otras.

Puede que la labor más rigurosa y minuciosa realizada hasta el momento se deba reconocer en el Mapa de sòls (1:25.000) de l’àmbit geogràfic de la DO Penedès (2008) del Departamento de Agricultura de la Generalitat de Catalunya (DAAM), el cual incluye mapas temáticos, y una inestimable evaluación del territorio desde perspectivas emanadas de la Food and Agricultural Organization of the United Nations (FAO) en su Land evaluation del 2007, las aportaciones específicas de Morlat (2001), los trabajos previos de Boixadera y Porta (1991) y los trabajos de Herrero et al (2001) en la parte central del Alt Penedès, como contribuciones referenciales para su posterior desarrollo.

La cuestión está en que este inestimable Mapa se trasiega en un nivel de detalle (1:25.000) poco exhaustivo para, en la inevitable interpolación de datos referenciales, llegar a zonificar al nivel de detalle necesario e imprescindible para que sea útil en la práctica vitícola, más allá de los requerimientos académicos. El Penedès, tal como otras regiones vitivinícolas, posee una muy buena diversidad de caracteres intrínsecos, «genéticos», como base de la vocación vitícola del territorio, pero, todavía más, posee un carácter cambiante (indomable) que le hace poco domesticable frente a los intentos generalistas de mapaje. En función de ello, ha habido quien ya ha optado por una cartografía a escala 1:5.000 (Ubalde et al., 2011) como un salto adelante en la verdadera búsqueda de un método acorde con los requerimientos del sector.

La conclusión de todo ello es que el conjunto, la panorámica general, adolece de una cierta falta de información de detalle que anula muy buena parte de los criterios geo-edafológicos utilizados para estas zonificaciones, al margen de aquellos aspectos climáticos indirectos que no son discutibles (Coll 2011) o de la información histórica que acredite los aspectos empíricos del cultivo ancestral (Torelló Sibill 2002, comunicación personal, y 2012).

De hecho, se trata de simplificaciones excesivas si se atiende a las características reales de los terrenos de cultivo de la vid en la Denominación de Origen Penedès.

Otros manejos del territorio con orientaciones muy distintas y, a la vez, dispares –uno de ellos de ultimísima hora–, han tenido el cometido de delimitar e intentar segregar parte del territorio con mayor o menor éxito. Uno de ellos fue el conato de creación de la subdenominación de origen Massís de Garraf en base a unas propiedades intrínsecas, singulares y diferenciadoras, ciertamente constatables aunque diversas (Agüera-Donay 2004). El otro ha sido la creación, para los vinos espumosos de la región, de la marca Conca de l’Anoia, una opción difícil de sostener con los elementos existentes; máxime cuando la cuenca del río Anoia abarca amplias extensiones de la zona septentrional de la Comarca y/o la DO Penedès, desde la Serralada Prelitoral hasta la misma Depressió y una estrecha franja nordoccidental de la Serralada Litoral.

 

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Si realmente resulta necesaria una división coherente del Penedès por razones de calidad, singularidad o personalidad inconfundible de sus productos, y de conocimiento concreto de la optimidad para cada relación ecosistémica (vid, clima, suelo), ello solo se hace posible, a mi entender, con la utilización de la herramienta pertinente y trabajando a nivel de sector de finca, parcela o subparcela. Para este cometido existe el concepto de terrer (Agüera-Donay & Torelló Sibill 2012) el cual apela, precisamente, a la identificación de los caracteres óptimos a partir de los cuales es posible generar el mejor producto con los parámetros existentes, a pesar de que el objetivo primordial sea la identificación de la excelencia. Ello se materializa mediante el conocimiento de las cualidades geográficas, geomorfológicas, edafológicas, microclimáticas, ampelográficas y culturales, y su interrelación sistémica, al margen de los procesos de tecnología enológica que no son un dominio concreto del concepto íntimo de terrer, aunque los contemple por una cuestión de interés inexcusable sobre el producto final. A fin de cuentas, quienes evalúan los predicados de las técnicas del terrer no son más que aquellos valores organolépticos derivados del producto final de todo el proceso, el vino.

Trabajando con el concepto de terrer, aunque solo sea en una primera fase, se llega de inmediato a la conclusión de que en el Penedès se dan un buen número de singularidades que poseen dimensiones más o menos amplias, las cuales imposibilitan la concepción de generalidades a gran escala y a media escala. No existen características únicas que permitan tipificar el Penedès de alguna manera. Es cierto que tomando la división fácil, clásica, del Penedès, pueda darse, en algún sector, en alguna división o subdivisión muy bien acotada, alguna generalidad predominante, pero nunca totalmente prevaleciente o única.

Solo apelando al factor geológico, petrológico y edafológico, como un mero ejemplo de los muchos parámetros barajados por el terrer, es suficiente para percibir que se trata de una labor absurda ese fútil y empeñado intento de definir áreas de tamaño considerable que tengan propiedades idénticas o parecidas. El Penedès es relativamente diverso a escala macroscópica (solo se pueden referenciar a grandes rasgos tres tipos de suelo: Inceptisols, Entisols y Alfisols. Y unas 14 variantes a nivel de suborden), pero en el detalle es mucho más diverso y, sobre todo, abruptamente cambiante (foto 1, 2, 3 y 4, esquemas de campo 1, 2 y 3).

 

 

Foto 1 Cambio brusco de las características físicas (granulométricas) en un suelo de la Depressió Prelitoral debido a un amplio paleocanal. En la parte superior de la imagen se aprecian abundantes cantos rodados, mientras que en primer plano se distingue un suelo margoso con algunos cantos alóctonos esparcidos principalmente por el laboreo (véase esquema de campo 1). Los elementos gruesos son un 61 % y un 28 % respectivamente

 

Foto 2 Cambio brusco de las características geoquímicas de un suelo en la Depressió Prelitoral. En primer término se aprecian unas cretas y al fondo unas lutitas. Presentan (v.g) un 100% y un 82,2% de CaCO3 total respectivamente (ver esquema de campo 2)

 

Esquema de campo 1

 

Esquema de campo 2

 

 

Foto 3 Cambio brusco en la geoquímica de un suelo en la Serralada Litoral. Al fondo se aprecian unas margas de facies marina y en primer plano unas lutitas de facies continental. Presentan (v.g) un 56,76% y un 37,54% de CaCO3 total respectivamente (véase esquema de campo 3)

 

Esquema de campo 3

 

Foto 4 Cambio brusco de granulometría (elementos gruesos) y de geoquímica en un suelo instalado sobre las arcillas y arenitas del Muschelkalk medio (M2) y sobre la zona de contacto entre el Muschelkalk medio y superior (M2-M3) en la Serralada Prelitoral. El M2 se aprecia a la derecha de la parcela. Hacia la izquierda y por encima del talud se desarrolla el contacto M2-M3 dando un terreno mucho más calcificado y de aspecto coluvial. Los elementos gruesos suponen un 24% y un 53% respectivamente. A su vez presentan un 14,28% y un 44,82% de CaCO3 total

 

Existe la equivocada tendencia a creer, por ejemplo, que la Depressió Prelitoral (esa que algunos llaman desacertadamente valle) tiene características edáficas comunes desde Martorell hasta El Vendrell, solo perturbadas por el diferente clima observado entre la zona interna (Gelida, Sant Sadurní d’Anoia, Vilafranca) y la fachada litoral (La Bisbal, El Vendrell, Calafell. O, también, Sitges, Sant Pere de Ribes, Vilanova como Depressions marginales); o que el Massís de Garraf tiene como característica predominante unos suelos derivados de la decalcificación i/o denudación de las calcáreas Mesozoicas como roca parental; o que en la Prelitoral los cultivos de la vid se instalan exclusivamente sobre los materiales edafogenizados del Trias. Pues bien, nada de eso es totalmente cierto si se apela a las características físicas y geoquímicas de los suelos. Por ejemplo, no se pueden obviar aquellos suelos derivados de rocas parentales tales como las margas, arenitas o lutitas miocénicas, sean de fàcies marina o continental, como, tampoco, los coluviones marginales Cuaternarios, y otros, pertenecientes a la Depressió Prelitoral. Como tampoco son despreciables los abundantes materiales miocénicos que tapizan el Massís de Garraf, sus margas Aptienses, o las pizarras y arenitas/lutitas silícicas de su orla septentrional. A su vez, los suelos con yesos del Keuper, las arcillas del Sparnaciense, o los suelos desarrollados sobre las arcillas Cuisienses en la Serralada Prelitoral, son materiales que no pueden ser soslayados (fotos 5, 6 y 7).

 

Foto 5 Cultivo sobre las margas Aptienses (Cretácico) en la Serralada Litoral

 

Foto 6 Cultivo sobre yesos y margas del Keuper (Triásico) en la Serralada Prelitoral

 

Foto 7 Cultivo sobre las arcillas y limos con yesos del Cuisiense (Eoceno) en la Serralada Prelitoral. Se aprecia rocosidad, en primer plano, por afloramiento de yesos

 

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Siguiendo, aunque solo sea, con las características de los suelos, como un único parámetro de los múltiples que conforman el concepto de terrer, resulta evidente la existencia en el detalle de una diversidad proliferante en la comarca vitícola o Denominación de Origen Penedès.

Si se tiene en consideración que las características de un suelo vienen condicionadas por múltiples factores, tales como las propiedades fisicoquímicas de la roca parental, la duración temporal de los efectos edafogenéticos, las fluctuaciones climáticas durante los procesos, los grandes acontecimientos geológicos, la potencialidad de la geodinámica externa y sus rasgos morfológicos, la proliferación biótica y sus productos interrelacionados, o, finalmente, los aspectos culturales o antrópicos, las propiedades de un suelo dependen en alguna medida de las características de la roca que lo origina (foto 8).

Foto 8 Problemas de desarrollo en plantas de 1er año por cambios bruscos en las características edáficas derivadas de recientes desmontes (aspectos antrópicos)

 

Por ello es de importancia para el terrer, entre otros parámetros evaluadores, definir la litología inicial y comparar los aspectos fisicoquímicos de ambos cuerpos (sustrato y suelo) con el fin de desvelar el grado de dependencia y los posibles factores diferenciales para con otras litologías de la zona. Existen en la DO Penedès conjuntos de rocas iniciales y suelos derivados que no son comparables en ningún sentido a otros conjuntos. Y su distribución areal se presenta, en ocasiones, taraceada, centonada, recortada, brusca, impredecible y poco extensa. La diversidad, pues, se encuentra en el detalle. Por esta razón el terrer trabaja pormenorizadamente. Lo hace a escala 1:5.000, 1:1000, o con mayor precisión, si es necesario, en casos extremos. Acaba siendo una microordenación, una microdivisión del territorio, por cuanto es la única posible vistas las circunstancias. Es la expresión clara del espíritu nominalista del terrer.

Si, por la razón que fuera, los suelos todavía guardan una estrecha relación con la roca parental, entonces, las características fisicoquímicas iniciales de la roca original tendrán mucho que ver con las propiedades del suelo. Ello facilita una primera, precoz y provisional compartimentación del sector estudiado en potenciales terrers. Más tarde, el detalle define correctamente la microzonación.

En su incesante búsqueda de la excelencia, el terrer tropieza con algunas no tan estimables parcelas vitícolas, las cuales también reseña como acervo cultural, a la espera de reconducir sus potencialidades para conseguir el máximo de expresividad. Porque el terrer no se supedita a los factores naturales o a las anteriores decisiones culturales, sino que proclama su condición antropogénica y se rebela ante ellos y ellas. Acepta, pero cognoscitivamente remodela. Por todo ello, la única posibilidad de zonificar adecuadamente una región vitivinícola –sobre todo si se presenta, como en este caso, muy heterogénea– reside en el uso conceptual de terrer.

 

Bibliografía

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