El Gobierno chino quiere impulsar el desarrollo de su propio sector vitivinícola y se ha fijado el objetivo de situar las ventas, incluidos los licores, en más de 100 millones de euros para el año 2015, con un aumento anual del 10%. Unas previsiones que se inscriben en el marco del plan general de crecimiento elaborado para la industria alimentaria de ese país asiático.

Por otro lado, si las previsiones se cumplen, el incremento de la demanda de vino en China en los próximos años crecerá hasta superar con cruces la propia producción programada, lo que tiene un mérito especial en un país en el que el vino ha sido un producto cultural minoritario y nunca un descriptor histórico. Habrá, por tanto, un amplio margen en el mercado chino para los países exportadores de vino.

Conscientes de la estrecha base del incipiente sector propio, las autoridades chinas reconocen que no saldrán solos de esta y que para ser competitivos necesitarán la colaboración de expertos en toda la escala de valor. Ello supone abrir enormes oportunidades para quien disponga de estos conocimientos y los sepa exportar.

En efecto, no es ningún secreto que el cultivo de numerosas variedades de Vitis vinifera y los métodos de elaboración diferencial que pueden aplicarse en función de los suelos, el clima, los productos a obtener, etc., así como la obtención de renovados perfiles sensoriales requieren una gran cantidad de conocimiento. Desde esta perspectiva, la puesta en marcha de una maquinaria productiva como la que describe la noticia requerirá grandes flujos de conocimiento enológico, lo que puede resultar más valioso y rentable que el vino en sí.

Así, una opción más que interesante puede ser generar y consolidar una oferta ante la demanda ya formulada, creando, gestionando y paquetizando el conocimiento, lo que supone, en otras palabras, invertir en investigación, desarrollo e innovación (pública, pero especialmente privada) por un lado, y promover y cultivar el talento humano necesario, por el otro.

El sector económico del vino ya ha traspasado los límites de la bodega y se llena de perspectivas dentro del sector cultural, como el enoturismo. Parece que el nuevo campo de expansión que ahora se proyecta es el del sector del conocimiento, uno de los que liderará la economía que surgirá de la crisis. Y en el impulso del conocimiento enológico nadie como los enólogos para tomar la iniciativa, que significa avanzarse.